Alguna vez leí que el amor es ese tren que no es que no espere, sino que atropella, pero es dirigido por alguien por quien te habrías tirado a las vías una y otra vez. Y así es... Es que, mira que tengo vértigo, pero por tí me tiraría al mayor precipicio solo si me prometieras que al final seguirías estando tú para salvarme, como siempre. Me pasaría la vida entera cavando pozos juntos, para que te des cuenta que ni tocando fondo estarías nunca solo. Que nos separen siete ciudades, once mares o un océano más, que no me importa. Esto que tenemos, te lo prometo, no lo apaga ni ocho equipos de bomberos.
Gástame cuanto quieras, cuando quieras, que cuando esto acabe, cuando el mundo acabe, habrá merecido la pena y, aunque toda una vida sabría a poco, me quedo con tu sonrisa.