Tan dulce y tan amargo, con sus más y menos, como la vida misma.
A veces tan cercano y otras tan distante.
La enfermedad y su calmante.
Pura droga que te hace adicto a sus besos, sus caricias, sus abrazos o incluso a sus enfados, tonterías.
Droga que te hace adicto a su sonrisa.
Droga que mata pero a la vez te hace sentir tan bien, que te hace tanta falta...
¿Alguien podría explicarlo? A veces no hay explicaciones prudentes, simplemente es así porque el destino lo quiso, porque tuve esa suerte de encontrarte y que empezaras a ser parte de mi vida.
Más de un millón de personas en el mundo y tú esa única que me completa, que sabe entenderme y encontrarme. Esa única persona que sabe darme felicidad, tranquilidad, seguridad en un mismo pack.
Tú, culpable de mis arrugas cuando me haga mayor.
Gracias